Cocho Pedraza
  Remera
 

Cuando voy a veranear a Nono, reniego porque todos los emprendimientos están en manos de extraños: llámense cordobeses de Córdoba, llámense porteños, llámense gringos,  pero  nunca un serrano, salvo el que vende yuyos (peperina, tomillo, poleo, carqueja, etc.) o el que alquila caballos o el que vende pan casero con chicharrón.

Hay un almacén con despacho de bebidas, con balanza Bianchi Legítima de color rojo y contadora de fiambres a manija, también de color rojo; es uno de los pocos negocios  exclusivo para parroquianos y está atendido por un turco que es nacido y criado en el pueblo. Ahí es  donde tomo mis gancias de las 11:30, con aceitunas verde (nunca hay negras, que son las que me gustan)

Van llegándolos clientes de siempre a la hora del aperitivo, a la hora del vermú y el bolichero, sin consulta previa, les sirve lo que van a tomar, él ya sabe el gusto de cada uno (vino tinto con soda, vino blanco con coca, cinzano con ferné, gancia con limón, ferné con coca, ginebra, cerveza con fanta, etc.).

Entró uno que se me parecía, algo más joven pero de la misma categoría: 130 Kg., pelo largo con colita, 1,80 metros de estatura, barba entrecana y remera negra con unas palabras en el pecho: "No es malo dejar la bebida, lo malo es no saber dónde".(2/2/09)

 
 
   
 
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